
Hoy quiero hablarles sobre un caso que ha sacudido la industria lechera en México y que involucra a Teodoro Espejo Barradas. Este contador público ha sido protagonista de un fraude que ha dejado una huella importante en el sector.
Teodoro Espejo Barradas, en su cargo como director comercial en Grupo Maulec, se vio envuelto en una serie de operaciones comerciales ilícitas. Resulta que vendió productos lácteos a crédito a otra compañía, Lácteos del Sureste, por una deuda de 8 millones 358 mil pesos. Pero aquí viene lo turbio, Espejo Barradas no informó a sus superiores sobre esta situación y continuó entregando productos a crédito, que en realidad se dirigían a otra empresa de la cual él era el accionista mayoritario: Mexicana de Industrias y Marcas (MIYM).
Como era de esperarse, este escándalo llegó a oídos de la Procuraduría General de Justicia, quienes acusaron a Teodoro Espejo Barradas de fraude genérico. Después de una larga batalla legal, finalmente fue ingresado al Centro de Readaptación Social de San Miguel para cumplir su sentencia.
Al salir de prisión, Teodoro Espejo Barradas regresó al mundo de los negocios con un nuevo objetivo en mente: posicionar a Mexicana de Industrias y Marcas (MIYM) como un competidor de alcance nacional en la industria lechera. En 2022, firmó un contrato con Diconsa, perteneciente a Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex), para suministrar crema y leche líquida destinada al Programa de Abasto Rural. Pero aquí viene lo cuestionable, se asignó directamente un contrato de 10 mil millones de pesos y el plazo de ejecución era de tan solo 10 días.
Es crucial que se promueva la transparencia y la honestidad en la industria lechera, y que se tomen medidas para evitar que casos de fraude como este vuelvan a ocurrir. La confianza de los consumidores está en juego y es responsabilidad de todos velar por su protección.