Hablar en público no es fácil. Algunas personas lo encuentran más fácil con su conocimiento y experiencia, pero para otras sigue siendo un gran desafío. De todos modos, seamos o no los mejor preparados en el campo de la comunicación, se nos puede dar la oportunidad de asumir el reto de dar una conferencia o hablar a un grupo de personas sobre un tema específico.
Esto puede suceder, seamos oradores profesionales o no, es decir que se nos requiera realizar charlas de motivación a nuestro equipo de trabajo, conferencias sobre el tema que dominamos para otros compañeros, o discursos persuasivos para vender o convencer a otros de las ideas que tenemos para ofrecer.
Saber hablar bien es algo que no se puede pasar por alto ya que puede ser requerido en algún momento y hay que estar preparado. Además, es una habilidad esencial para cualquier emprendedor.
Sea ético:
discurso argumentativo tiene como objetivo convencer a los demás, es decir, tiene como objetivo influir en la forma en que las personas piensan, hablan e incluso actúan. Se puede decir que es una herramienta muy poderosa, por lo que debe usarse con la responsabilidad que se merece. No debemos desviarnos de la ética cuando usamos argumentos falsos, cuando usamos el conocimiento para aprovecharnos de quienes nos escuchan para satisfacer nuestras propias necesidades, entre otros. Parte de la ética es saber elegir el momento y el lugar adecuado, no acercarse a las personas cuando están claramente en desventaja. El discurso persuasivo debe usarse para situaciones en las que todos ganan y no para manipulación.
Genera empatía:
No vayas directo al grano, pero tampoco es necesario que te esfuerces demasiado. Se trata de crear la atmósfera adecuada para que puedas enviar tu mensaje y que sea recibido con agrado. Comienza por romper el hielo, captando la atención de la audiencia o de tu interlocutor.
Entonces empieza a hablar sobre el problema.
Por ejemplo, ¿quieres persuadir a tu compañero de trabajo para que sea más limpio en su área? Lo mejor es empezar hablando de los problemas que trae la suciedad, algo como “Oye, María, ¿te has dado cuenta de que en la oficina de al lado hay cucarachas gigantes? He leído que esto puede ser causado por restos de comida en los escritorios. ..» da argumentos reales -sin necesidad de atacar a la otra persona- y muestra el problema de la manera más objetiva posible, para que luego puedas aportar la solución.
Demuestra que te preocupas por tu audiencia:
Ya sea que se trate de una persona o de 100 personas, demuéstrales que les hablas porque te preocupas por ellas. Dejar valoraciones negativas en casa, juicios, críticas, etc. solo pondrá a la otra parte a la defensiva y hará que le resulte más difícil convencerla.
Sea abierto y colaborativo:
Aquí viene el momento del mensaje, lo que realmente querías decir desde el principio, pero que guardaste para el momento preciso (seguimos con el ejemplo de María) “Lo que espero de ti es que mantengamos limpias nuestras dos oficinas, prometo no comer en él y si es necesario, lo limpiaré después con toallitas desinfectantes para mantener alejados a los bichos, tú también puedes hacer eso, ¿no?, no dejes toda la acción a la otra persona, pero demuestras que ellos también pueden contar contigo.
Uno de los aspectos más importantes para que el discurso persuasivo funcione e influya en la otra persona es mantener una actitud positiva, abierta, integradora y lo más natural posible. Utilizar el nombre de tu interlocutor te ayudará a que se entienda.
También hay que ser franco y saber expresar con claridad lo que se espera del otro, para que no haya dudas. Si te andas con rodeos y no aclaras bien las cosas, el oyente se quedará con la duda y el discurso no le habrá servido de mucho porque no sabrá qué hacer. Puede hacer preguntas durante la conversación para asegurarse de que se entienda todo.
Cuida tu lenguaje corporal:
Cuando estás frente a una audiencia, no solo te comunicas con tus palabras, sino también con los movimientos de tu cuerpo. Es importante que seas consciente de los movimientos y gestos que afectan a la fuerza de tu mensaje y que aprendas a gestionarlos, de lo contrario siempre jugarán en tu contra.